✝️ El ayuno del papá Juan

Cuando se acercaba la Semana Santa, algo en el corazón del papá Juan cambiaba. No lo anunciaba con palabras, pero su espíritu se preparaba en silencio, con recogimiento y fe. Sabía que la procesión del Santo Sepulcro se avecinaba, y con ella, el tiempo de reflexión y devoción que tanto respetaba.

Una semana antes, como lo hacía cada año, dejaba de comer carne. No era una costumbre por obligación, era su manera de vivir la fe: un acto de penitencia sincera, íntima y sagrada. Nadie se lo pedía, pero él lo ofrecía en silencio, como un diálogo entre su alma y Dios.

Ese ayuno era su forma de caminar espiritualmente junto a Cristo, de acompañarlo en su pasión. Era también un ejemplo silencioso para su familia, una enseñanza que no necesitaba sermones: bastaba verlo para comprender el valor de la entrega, del respeto a las tradiciones y de la fe vivida con humildad.

Así era siempre el papá Juan, un hombre de convicciones profundas, cuya fe se manifestaba en gestos sencillos pero poderosos, capaces de marcar el alma de quienes lo rodeaban.