👣 El legado del nombre: la historia del papá Juan

Cuando el papá Juan vino al mundo, era aún muy tierno cuando su madre, Lucía, tuvo que dejarlo. En medio de aquella ausencia temprana, una mujer de corazón grande y alma generosa dio un paso al frente: su tía Indalecia, hermana de Lucía. Sin dudarlo, lo acogió entre sus brazos y lo crió como a un hijo más, con amor, con entrega, y con la fuerza de quien ama sin condiciones.

Esa figura materna marcó a fuego el corazón del papá Juan. Nunca la olvidó. Por eso, con orgullo y profunda emoción, siempre pronunciaba su nombre completo: Juan Quiroz Sotomayor. No era una formalidad, era un homenaje. El apellido Sotomayor llevaba el eco de la mujer que le dio amor cuando más lo necesitaba, que lo sostuvo en silencio y lo formó en valores.

Con el paso de los años, cuando formó su propia familia, el papá Juan quiso perpetuar ese recuerdo en la manera más hermosa que conocía: a través del nombre de sus hijas. A la mayor la llamó Indalecia, en honor a la tía que lo crio con el corazón. Y a la menor le dio el nombre de su madre biológica: Lucía, como un susurro de amor que cruzó el tiempo y las generaciones.

Así, entre nombres y recuerdos, el papá Juan sembró en su familia no solo una tradición, sino un testimonio de amor incondicional. Porque los nombres que eligió no fueron simples palabras: fueron puentes que unieron el pasado con el presente, y que hoy siguen contando una historia de amor, de gratitud, y de raíces que nunca se olvidan.